Mi primera boda
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Normalmente, según mi filosofía Adriberry de vida, el matrimonio religioso es una parafernalia inútil. Un despilfarre de dinero con el único propósito de mostrar a los demás algo de lo que tú no estás tan convencid@: Que encontraron su media naranja y fueron felices para siempre. No me parecía, solo veía estrés, caretas, dinero al agua, más estrés y luego decepción. En resumen nada bueno.
El sábado fue la boda de una amiga muy, muy querida. Con Luana nos conocemos desde hace un poco más de un año, pero ha sido más amiga de las que conozco años de años. Cuando nos contó del compromiso, con Grimanesa nos pusimos felices a las lágrimas. Sí, ridículamente las tres moqueando de emoción por la situación romántica, por la vida como da vueltas, por muchas cosas, pero todas buenas. Fueron lágrimas de felicidad.
Al contrario de mi idea sobre la boda, a mi parecer, un compromiso es algo muy serio; el matrimonio civil si es algo que sí se debe tomar seriamente y el compromiso de matrimonio es la forma más bonita de compromiso, porque es una promesa de pasar el resto de mi vida contigo, esto va en serio, lo más serio que pueda ir.
El compromiso nos alegro mucho porque, a pesar de los problemas que Luana y su novio tuvieron en todo ese medio año que la conocía, antes del compromiso, todos estos conflictos fueron solucionados y la relación se hizo más fuerte. Además del obvio hecho de que si mi amiga es feliz yo soy muy feliz por su felicidad bien fundada.
Llegué tarde a la misa (ella no lo sabe y ojalá que no lo sepa) e hice mucha bulla con mis taquitos para ubicar a Grimanesa. Durante la ceremonia vi a Luana, pero muy poco, entre tanta gente y un cura renegón. La misa no me emocionó, pero ya tenía esa idea preconcebida. Para los quince minutos que estuve de lo que resto la misa, no era para emocionarme a las lágrimas, tampoco tampoco ah!
Terminé algo triste la misa, no pude casi ni saludar a Luana, hizo tanta parafernalia para mostrarse a sus amigos y ni los podía saludar bien porque estaba muy atareada. Quería abrazarla, decir algo bacán, pero mejor no saludarla, porque no se me ocurría nada elocuente.
Con Grimanesa tomamos un café y un jugo de naranja. Nos perdimos y llegamos con las justas a la recepción, minutos antes de que lleguen los novios. Les dieron burbujas para soplar a los niños y empezaron los discursos.
Pero fue en el momento en que empezaron a bailar juntos, afortunadamente ahí me puse adelantito. Fue ahí que me di cuenta porque era esto. Los vi enamorados, con los ojos brillantes, cantándose la letra de su canción entre ellos, sonriéndose: Ella linda hermosa en todo su esplendor de novia; El contemplándola embelesado y todo bien vestidito. No solo ellos eran felices ignorando al resto en su felicidad entre burbujas, sino que yo también era feliz de verlos felices y ahí entendí el propósito de la boda.
Fue totalmente nuevo para mí saber que podía ser testigo del principio de una felicidad tan grande en alguien a quien aprecio tanto. Cuando pude saludar a Luana mis palabras fueron las más comunes, nunca se me ocurrió decir algo más bonito que: “estás linda y espero que sean felices”, decepcionante.
Luego hubo mucho bailetón y pude festejar mas con Luana y su esposo (asu que serio suena eso de esposo). Espero poder ir a ver la felicidad de muchas otras lindas parejas, ahora mi romanticismo ha vuelto.
PD: Mi falta de elocuencia recién se va, Luana, solo quiero decirte que tú me hiciste creer ese día en una boda y una eternidad feliz y te quiero mucho, es por eso que no hay en mi corazón más que buenos deseos por tu futuro y seguro que Dios es el más contento con una relación tan linda. Llámame pronto para vernos, en cuanto te reconectes a la realidad de este mundo tan anti romance.
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