La reyna sol II

A pesar de lo que  creían secreto, su enamoramiento jamás lo fue. El hechicero vocalista supo todo desde el primer día y esperaba este momento para empezar a tomar ventaja de que su esclava había conquistado al príncipe del Imperio más grande del mundo.

El día que mientras su banda desarmaba su caravana para irse, fue al palacio del príncipe. En la entrada nadie lo quería dejar pasar, pero el príncipe salió del jardín y dijo que iba a hablar con él. Intuyó que algo no muy bueno se traía entre manos el hechicero.

Cuando entraron al jardín, que de primera vista no se veía muy bien por los inmensos matorrales, el hechicero entendió el afán del príncipe por ese jardín. Era inmenso y hermoso, más allá de lo imaginable desde los feos matorrales. Por eso era el lugar favorito del príncipe, para meditar.

Hechicero: "Lo que nosotros hablamos acá, no lo debe saber Sol"

Príncipe: "Señor cantante, agradeceré sea claro con lo que me dice y no empecemos con intrigas"

H: "Mire señor príncipe, yo sé lo de usted y Sol desde hace buen tiempo, es más, lo sé desde el principio, pero lo deje seguir porque creo que puedo llegar a un acuerdo con respecto a esta situación. Ella me pertenece y así usted intente todo en este mundo, con todos sus chamanes y hechiceros, no podrán contra mí, mi poder mágico viene de siglos y no tengo corazón que destruyan. Por lo que creo que podemos negociar para quedar los dos satisfechos de este sentimiento suyo hacia Sol. Yo no la amo, no pretendo hacerlo y nunca lo haré, pero sé que usted sí y pienso lograr ciertos beneficios de esto.

P: Déme tiempo para pensar esto, un día. No es un honor para mí aceptar tal oferta, pero no rechazo ninguna sin haberlo pensado bien. Es verdad, Sol y yo estamos enamorados, pero más que mi debilidad, ella debe ser mi fortaleza y no es digna la oferta que esta haciendo, lo pensaré. ¿Qué es exactamente lo que quiere?

H: "Lo que quiero es poco, la exclusividad de las celebraciones de la nobleza, que siempre nos toque interpretar en ellas."

P: "Veremos lo que te cederé, como te digo, nos vemos mañana acá a la misma hora que llegaste."

En ese momento, después de que se fue el hechicero, el príncipe habló con Sol, le contó todo lo que había propuesto el hechicero. Ella le dijo que no confiaba nada en el hechicero, ella conocía todo su poder y a pesar que le dijeran al Inca, el no podría hacer nada, aún si pusiera al imperio entero en contra del hechicero, éste no podría destruirlo. Sol no estaba contenta con hacer caso a lo que quería el hechicero, pero dijo que estaba de acuerdo, porque no quería separarse del príncipe, ella estaba dispuesta a eso, por estar con él.

El príncipe fue a su jardín y paso la noche meditando ahí, esperaba que la madre naturaleza le dé la sabiduría que podía necesitar en ese momento.


Finalmente el príncipe y Sol decidieron seguirle la corriente al juego del hechicero, por no separarse, pero sabían que esto no los iba a llevar a nada bueno. Sol conoció casi toda su vida al hechicero y sabía que ni él ni su poder tenían fin.

El cantante hechicero había sido alguna vez un hombre, normal y de buenas intenciones como cualquiera, pero las decepciones de la vida lo cambiaron. Su gran deseo de amar, su poca satisfacción de la vida, el no ser suficiente en todo lo que hacía, para su familia, para su trabajo, para lograr éxito en la vida, ¿para qué? Si todos morimos eventualmente, nada parecía tener sentido alguno para él. Fue por esa frustración de vida que cambio su humanidad por su magia y su corazón por su eternidad y hoy no era más que una sombra andante, un espectro de lo que fue por fuera, sin huella de lo que fue por dentro.


Todo esto Sol lo sabía porque paso la mayor parte de su vida con él, porque era lo más cercano a un padre que tuvo luego de que su abuela la vendió a él a los tres años. Sospecho que nada de esto iba a terminar bien, pero no quiso tomar atención de ese instinto femenino, que tantas veces es tan cierto, pero aún así no escuchamos y siguió con el príncipe a disposición del hechicero. No quería arruinar los momentos perfectos que pasaban, a costa de lo que el hechicero quería.

El príncipe sabía muy bien a lo que había dispuesto su dignidad de noble y de hombre, al estar pendiente de los caprichos de un hombre sin tierra y sin alma, sin ninguna buena intención. Pero lo hizo por Sol, por él y por el amor que se tenían aunque en el fondo tenía la corazonada que esto no podía seguir así para siempre. Un día todo llegaría a un punto de ebullición y no imaginaba como sería ese día, era egoísta y se cegaba a lo que el futuro deparaba. 

Penosamente, todas estas dudas quedaban en su corazón y en el de Sol, pues su padre no permitiría que algo así siga sucediendo, amaba mucho a su hijo, pero amaba también a su nación y hubiera preferido sacrificar una cantante antes de la dignidad de su familia.

Los caprichos del hechicero fueron aumentando poco a poco, primero fue la exclusividad de la música de la nobleza, lo cual no causó gran problema. Pero luego fueron lujos, poder, tierras, mujeres. 


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