Teniendo 30 en invierno

 


El cielo gris del invierno me deprime tanto,
más aún cuando debo pasarme los días metida en casa 
por causas ajenas a mí, tan ajenas 
que vienen desde China pero ya pertenecen aquí.

La incertidumbre carcome mis nervios
y los vestigios de cordura que me quedan se esfuman al pensar:
"ya tengo 30 años"
y eso me genera aún más ansiedad.

El mundo entero pesa en mis hombros porque para esta edad una debería tener:
trabajo fijo, casa propia, cierta seguridad financiera, hijos, un auto, deudas pagadas y tarjetas de crédito, viajes a Europa o el medio oriente, una mascota, tratamientos de belleza eterna, seguro de vida, de salud, etc.


No cuento con nada de eso y con un pronóstico optimista
me quedan 50 años más de vida, es un c... de tiempo y aún así
no sé si conseguiré todo aquello que "alguien de mi edad debería tener"
¿Según quién? Llámalo sociedad, medios de comunicación, familia, etc.



Como sea, tampoco estoy segura de lo indispensable que sea todo eso en mi vida, 
la verdad es que tampoco aspiro a una vida de lujos y belleza perpetua.
Sé que Dios me dará aquello que merezco y me gané con mi propio esfuerzo, 
sin esclavizarme a deudas estúpidas.

Por ahora me contentaré con una buena taza de café caliente,
un buen libro que leer y un hombre que me ama mucho a mi lado
y creo que con eso ya soy afortunada.

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