Mis pies frios, alma congelada

 


Creía yo ser una persona friolenta,
el invierno me deprime,
el cielo gris es mi némesis.
Pero aún así amo salir a comprar el pan en las mañanas o sacar la basura en las noches en chanclas.
Ahí no tengo frío, pero cuando me meto a la cama a calentar mis pies,
estos se rehúsan a calentarse,
sobretodo si mi corazón está inquieto, triste o molesto.

No importa cuantas medias o las colchas me ponga encima,
mis pies se mantendrán fríos mientras mi corazón también lo haga.
Pareciera que mi espíritu quiere salir gritando por mi boca y 
lo único que lo detiene es el congelamiento de mis pies.
Así igual, en la confusión de la noche,
mi alma aprovecha el adormecimiento del cuerpo y su alerta
para volar, sale por mi calle,
vuela sobre los techos sucios de la ciudad y 
se va a escuchar el mar o el río.


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