Noches de juerga

Mis noches de juerga son geniales y en ellas solo necesito tres cosas:

Buena música
Buena compañía
Y (no necesariamente bueno) alcohol.

Es como si Lima adquiriera una atmósfera distinta...


Me atrapa, me cuesta despegarme de ella.
Las luces iluminan distinto, el aire que respiro es menos denso
y mi cuerpo es mas liviano, tanto física como emocionalmente.

La última vez fue la celebración de licenciatura de mi amiga Gelatina. Llegué algo palteada, no conocía a muchos o a casi nadie, pero el vino, la joda, el sarcasmo y Nacho Vidal se llevaron de largo toda cohibición.

Terminé durmiendo en el baño parte de la noche, hablando en un idioma desconocido para decir que estaba bien. Era feliz ebria, hasta el queso, pero después de mucho tiempo feliz.

Al día siguiente estaba con una resaca de la PTM y salí con un chico al que le tuve que solapear la resaca y tomar un juguito de maracuyá en vez de un trago. Felizmente todo fue bien.

Me quedo con una lección de todo esto, es que las noches de juerga son necesarias para ser totalmente feliz por una noche, una buena razon para sonreír cada vez que estas caminando por la calle y te acuerdas de una de esas anécdotas de esa noche o todas. La mejor razón para ser feliz.





















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