Mi viejo amigo joven


Mi viejo amigo joven, no sabes la pena que me genera saber lo que pasaste, la tristeza y el abandono que sufriste y que yo, tu vieja amiga joven, no estuve ahí para apoyarte, hablarte o aunque sea decir algunas palabras de consuelo o de risas y buenos ánimos. Cosas como que las cosas malas le pasan a todo el mundo, pero las que tu pasaste fueron más que malas para alguien tan joven y bueno como tú.

Sabes que te quiero entrañablemente y tu pena es mi pena y te juro que sentí tu dolor después de tu relato. Además sentí tu alegría al conocer al regalo que te hizo Dios, tu hijo hermoso.

Te felicito por él y estoy segura que seras el mejor de los padres, tanto como eres para mí un excepcional hombre y amigo.

Me tiene impotente el no saber que hacer por ti y solo pensar en lo que te pasó y desear con todo mi corazón que no sigas sufriendo, que todo te vaya excelente. Porque, mi viejo amigo joven, tú te mereces todo lo bueno y todos los días te mando mis oraciones y buenos deseos desde donde sea que este.

Quise hacer un ayuno por ti, dejar de hacer algo que me gusta demasiado y me cueste mucho dejar. Lo puse de objetivo contigo de refuerzo para no hacerlo y fallé. Ahora no solo me siento impotente, sino también frustrada porque el único mérito que podía lograr para que mis oraciones tuvieran un efecto más intenso, lo arruiné y siento que así te fallé.

¿Cómo hago para que toda esa bolita espesa de pena y buenos deseos por ti logre algún efecto en tu vida? No es suficiente con quererte ¿qué es necesario, cuánto, cómo lo sabré? Quiero saber y hacerlo y reconfortar tu corazoón de tanto dolor.

Pero estoy segura, segurísima que tu hijo es un inmenso consuelo en tu vida y tu más grande alegría. Sé que lo seguirá siendo.

 

Comments

Popular posts from this blog

Hombre de lata

Circo de contradicciones

Auto traición