Pobreza
Por donde empezar si hace meses que no he escrito nada y me siento lena de cosas por decir y sin forma alguna de expresarlas. Todas pasan a la vez por mi cabeza. Mientras llega a mis oídos la bulla del programa de televisión que ve mi familia, sus voces, sus conversaciones ahora más tranquilas y apaciguadas que hace unos días porque hoy pagaron.
Todo esto me lleva a un pensamiento... la pobreza.
He pasado los últimos dos meses sin trabajo, dejé de trabajar a mediados de enero hasta el principio de marzo. Estoy segura que aprendí mucho de lidiar con esos trabajos tan feos: 1° estudiar para no depender de gente de mierda; 2° saber administrar lo poco para obtener lo mucho y 3° ahorrar.
Y ¿por qué hablo de pobreza? Porque en mi casa al no tener yo trabajo, fueron los únicos sustentos de la casa mis padres, cubriendo necesidades básicas de los 4 que vivimos acá.
Ha habido días que hemos hecho malabares para comer y pasando un poco de hambre o alimentándonos de arroz y verduras restantes, pero tenemos que agradecer a Dios que siempre tuvimos que llevarnos a la boca, dinero para ir a trabajar o estudiar.
Es triste sentirse pobre, da vergüenza llevar de almuerzo arroz y un huevo frito, la verdad que nadie se fija en tu comida, pero uno sí lo hace y se siente diminuto.
También estoy muy agradecida de que tuve una amiga que me ayudó, me apoyó, me abrió las puertas de su casa y me invitó a comer cuando lo que yo tenía no alcanzaba para llevarle siquiera algo a su casa. Es en la pobreza que uno encuentra su tesoro más preciado:
En la seguridad de un techo, el cuidado de tu ser supremo que vela por ti, en los padres que te animan y protegen, en los amigos que te ayudan, en el tren eléctrico que es gratis, en el cobrador que olvidó cobrarte, en tus ganas de trabajar y no darte a la ociosidad, en la terquedad humana de vivir y superarse constantemente.
Es feo ser pobre. Es hermoso ver las riquezas que puedes tener cuando menos tienes.
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