Contracultura: Prensa

Hay algo que tengo que decir,
hay mucho que no puedo callar,
pero callo, por prudencia, por no hacerme líos,
por no decirlo con las entrañas,
pero ya callé demasiado.

Este parásito es descarado, no tiene vergüenza alguna
y quizá la gente no lo nota, pero yo estoy segura de que sí.
El peruano no es cojudo, inconsciente sí y se hace el cojudo, sí.
Pero eso no quiere decir que lo sea.

Siendo yo tan joven puedo ver que es cada vez peor.
Es la vecina más chismosa y cizañera de todo el vecindario peruano,
es el individuo más morboso y despiadado,
el maltratador de mujeres más inescrupuloso
y el abusador de niños más repugnante.

A veces puede ser buena, pero vamos,
todos sabemos que casi nunca es así.
El mundo no anda nada bien,
pero su ventana está cada vez más constituida de mierda
y de la más pútrida y apestosa.
La mierda que enfrenta a la madre de un asesino con la madre de su víctima.

La que avala que un futbolista diga que es normal en una pareja pelear embriagado
y amedrentándose, que eso es pan de cada día
y que no lo jodan.

La que dice ¿pero qué hace esa mujer hablando y apoyando a su esposo?
¿Por qué opina? Debería estar en su casa callada,
lavando, cocinando, cuidando de los hijos
y no metiéndose en asuntos de estado, por favor.

La que no dice nada de lo que se pierde con nuestra indiferencia
al ambiente, a la gente, a tu hermano, a tu madre tierra.
La que calla de las redes que tiene el narcotráfico, la que se vende.
La que no reniega de la policía y los militares,
corruptísimas instituciones.

La que lanza verborrea y calla en el momento menos preciso.
La que me hiere con sus palabras y me fulmina con su silencio.

La comunicación es un arma poderosísima,
solo pruébala en tu casa, con tus amigos, en tu oficina.
La comunicación con verdad y útil, la que culturiza.
Ojalá algún día aprendamos todos los peruanos a usar esa comunicación.