Hay una señora que siempre ha estado presente en mi vida. Nunca tan cariñosa como mi mamá, pero siempre señorial, de gran temple y fortaleza interior. Capaz de muchas cosas por lograr sus objetivos, realmente honrada y trabajadora (eso nadie se lo puede negar), hermosa y fuerte es su rasgo más importante, siempre fuerte. Hoy la veo debilitarse poco a poco, desde hace un tiempo ya lo percibía, era lo que debía ser. Pero hoy lo siento más fuerte que nunca. Su salud y su agilidad mental se ven golpeadas fuertemente por la vejez y su cuerpo ya no tiene la fuerza que anteriormente tuvo para enfrentas tantas vicisitudes. Nos duele verla así, sobretodo a mi papi. La vemos dar manotazos de ahogado, golpeando a todos y todo a su paso para reafirmar esa fortaleza femenina que tanta admiración causaba. Abuelita, no me gusta llamarte "mamaí" porque me suena huachafo, pero a veces lo hago por complacerte. Cocinas riquísimo, pero ya no me cocines, descansa, conversemos. Esas conv...